La derrota tiene dignidad

“La derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece”, escribió Borges en Nota para un cuento fantástico, hablando de unos niños que juegan a la guerra.

La idea de que una derrota puede ser digna aparece siempre que un equipo pierde. El uso de la misma no siempre tiene el mismo significado, aunque apela a distintos re-cursos para morigerar el impacto de una caída.

En general el uso del término que se hace en el fútbol refiere a una de las definiciones que la RAE hace de la palabra “dignidad”. Esa que la relaciona a la excelencia y el decoro de las personas en la manera de comportarse.

Uno de los sentidos en los que se saca a relucir es la de ser un “buen perdedor”. Un derrotado digno es aquel que acepta la victoria del rival sin protestas ni reproches y felicita a su oponente victorioso por haberlo superado. Aquí lo que dignifica son las acciones posteriores al partido.

En términos futboleros se trata de “no llorar”, de aceptar la caída sin caer en reproches hacia el árbitro, el azar o los merecimientos. Se produjo un resultado negativo y punto. Hay que analizar los motivos, pero no desconocer los méritos del rival.

Otra acepción, toma como eje central lo realizado por el derrotado adentro de la cancha. Una caída digna es aquella en la que el equipo perdedor no recurre a malas artes, a las trampas o a los golpes arteros. Acepta la superioridad del rival y no busca neutralizarla con acciones ilegítimas o ilegales. Respeta los valores y el sentido del juego. Indigno es aquel que no admite que su rival le tire un caño y lo levanta por el aire con un terrible murrazo, aquel que hace tiempo para evitar que el oponente pueda jugar o aquel que busca “llevarse puesto a otro”, provocando reacciones violentas a través de burlas o agresiones.

Otra mirada de las caídas dignas, relacionada a lo anterior, tiene que ver con el respeto por si mismo que tiene el derrotado. Es el no traicionarse en cuestiones de estilo y de entrega. Hizo todo lo que pudo dentro de sus posibilidades, se entrenó con responsabilidad y ofreció un gran espectáculo. El equipo perdedor se fue de la can-cha con la cabeza en alto, sin reproches, más allá de los que se generan por alguna jugada puntual.

La “derrota más digna” es aquella que suma todos estos factores y conlleva al aprendizaje . Es decir, aquella de la que se consigue sacar algo provechoso y progresar. En general, el perdedor digno es aquel se va sin hacer ruido, sin quejarse y sin llamar la atención negativamente.

En contraposición, aquel victorioso que exacerbe sus cualidades ganadoras o denigre al perdedor, sin importar como se haya dado partido, estará siendo un ganador indigno. Ya que sus acciones no tienen en cuenta los valores del juego y sobre todo le está faltando el respeto a su rival.

¡Ánimo equipo!